25.5.08

Nuestro primer año de vida

Cómo pasa el tiempo!!! Desde nuestra primera sucursal, hasta ahora que iniciaremos un nuevo camino gracias a la alianza con el INJUV...
Aquí les dejamos un video que resume nuestro primer año de vida.

16.5.08

Nuevas sucursales de Banco del Tiempo en Chile!!

Qué mayor felicidad podemos sentir como ONG Cívica, al contarles que vamos a inaugurar 3 nuevas sucursales, gracias a una alianza con el INJUV. Las comunas de Puente Alto, Macul y Conchalí tendrán nuevas sedes de Bancos del Tiempo, instaladas en los Infocentros.

Ya estamos en la etapa de socialización de los alcances y responsabilidades del equipo ejecutor en terreno. Estamos conociendo a gente maravillosa que cree en que las comunidades se pueden ver fortalecidas gracias a usar horas-tiempo como medio de intercambio de favores y habilidades.

En esta foto, tomada en el complejo deportivo Santa Julia, comuna de Macul vemos a Flor, Veronica, Marilyn y Rodrigo, luego de una de nuestros primeros encuentros.

Vecinos BDT Puente Alto

Bienvenidos todos a esta aventura!



Juan Pablo Tapia

6.5.08

Gran Reportaje en La revista Mujer de La Tercera

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Qué excelente crónica escribió Pia Rajevic de La Tercera sobre nuestro proyecto. Si quiere la leen aquí o sigan hacia abajo!!

Banco del Tiempo: El regreso del trueque

He aquí un banco nada convencional. Hay sucursales, ejecutivos de cuentas, transacciones. Pero la moneda de cambio no es dinero, sino tiempo. Horas que las personas invierten haciendo favores, mientras son retribuidas con los servicios de otros. Poderoso: la hora de un médico vale lo mismo que la de una peluquera. Dos barriadas santiaguinas están viviendo esta experiencia. Son los bancos del tiempo. Una red de favores, una nueva economía.

\ Por: Pía Rajevic \ Fotos: Juan Pablo Sierra



"No va a resultar". Con estas palabras reaccionó Homero Sepúlveda, vecino de Peñalolén, cuando le propusieron instalar en su barrio una sucursal del Banco del Tiempo. "¿Por qué es tan pesimista?", le preguntaron. "Simplemente porque acá casi todos hacemos lo mismo, hay dueñas de casa y obreros, nos dedicamos a actividades muy poco variadas. Entonces, ¿qué nos vamos a intercambiar?", respondió. "¿Aparte de su trabajo, no tiene otra actividad o tema que le interese?", lo inquirieron. "Claro que tengo. Me encanta la astronomía y también las matemáticas", contestó él, esta vez con evidente entusiasmo.



Fue así como Homero Sepúlveda se transformó a mediados de 2007 en el primer inscrito en la lista de clientes del Banco del Tiempo de la villa Santa María de esa comuna -además de asumir como su ejecutivo de cuentas principal-, y se apuntó expresamente como favor para ofrecer a los vecinos con clases de matemáticas, pero postergó en aquel momento su sueño de hacer clases de astronomía. "Lo que yo sé y me gusta, sirve a otros. Esa es la idea del banco y me encantó. Me inscribí como profesor de matemáticas, pero no para enseñar astronomía, porque no tenía telescopio. Matemáticas sé bastante, porque estudié tres años ingeniería en la Universidad Federico Santa María, pero la tuve que dejar por falta de recursos", relata.



A cambio, gracias a las horas que ha dado en clases de matemáticas, Homero ya ha solicitado de una vecina inscrita en la lista de servicios que ofrece el banco, costura para modernizar tres pantalones y una camisa. "Toda mi vida fui scout. Luego presidente de la junta de vecinos. Ahora descubrí esta otra vertiente, el Banco del Tiempo, que me ha dado la oportunidad de hacer algo por la comunidad que es muy tangible. El hecho de que un vecino se motive a ayudar a otros, y sin dinero de por medio, va más allá. La gente no puede estar pagando todo lo que necesita. Y gracias a esto nos hemos conocido. Yo no tenía idea si alguno sabía tocar guitarra, por ejemplo. Ahora sé perfectamente quién es cada cual", comenta.



Tanto alboroto produjo en el barrio la idea de poder acercarse a las estrellas gracias a los conocimientos que Homero por hobbie ha logrado sobre el universo, que hace poco le llegó un regalo anónimo: un telescopio. Ahora en la lista de los favores que ofrece la sucursal del banco figura también la especialidad "taller de astronomía". Ya los niños de su edificio se organizan para participar en sus talleres y él espera que estén las condiciones climáticas para realizar la primera experiencia. "Vivo en un sector de escasos recursos. Yo me doy por pagado con la satisfacción que siento de que un niño se acerque a mí para que le enseñe a mirar la Luna".



Pero hay más. Gran parte de la familia de Homero Sepúlveda también está inscrita con favores para ofrecer a su comunidad. Janette Cortés, su esposa, realiza tomas de presión sanguínea. Su hija Leticia da clases de química. Y otro de sus retoños, Margaret, programa y repara computadores.



El origen de los bancos del tiempo se remonta a los años ?80, cuando el catedrático estadounidense Edgar Kahn promovió la idea de usar el tiempo como unidad de cambio, en vez de dinero. Era una época en que en Estados Unidos la inversión en proyectos sociales estaba abandonada, pues el gobierno de Ronald Reagan estaba más dado a los bríos de inversiones espectaculares en defensa, como la llamada Guerra de las Galaxias (inversión en satélites espías que podían derribar misiles nucleares soviéticos en movimiento). En ese contexto nacieron allí los Time Dollar, los primeros bancos del tiempo. La idea era que una hora de trabajo debía valer siempre un dólar, promoviendo relaciones de intercambio igualitarias. La propuesta se extendió pronto a Inglaterra, donde se acuñó el concepto de Time Bank (banco del tiempo). En los ?90 se trasladó a Italia y luego se propagó a España, donde su promoción consistió inicialmente en liberar tiempo para que las mujeres pudieran tener espacios de ocio y salir de sus hogares, por ejemplo al cine, gracias al intercambio de horas-favor para que les cuidaran a los niños, les hicieran aseo o les pasearan a una mascota. Pero muy luego se transformó en un vigoroso movimiento vecinal, pues la apuesta comenzó a tener fuerza a través de asociaciones cívicas y ayuntamientos (municipalidades) para intercambiar actividades y servicios, y así reforzar la participación y estimular la acción de redes sociales. Actualmente hay en la Península Ibérica unas sesenta sucursales con unos doce mil usuarios. Y la oferta de favores incluye desde servicios muy tradicionales a los nada convencionales como el cuidado de animales o plantas, servicio de masajes, reiki, clases de pilates, talleres de narrativa y hasta risoterapia. El fenómeno de este tipo de servicios "alternativos" crece en la medida en que muchos usuarios del sistema buscan estilos de vida distintos a los dictados por el sistema neoliberal.



Trabajo vale trabajo...


Homero Sepúlveda junto a su mujer y dos hijas hacen favores mediante el Banco del Tiempo.Él ofrecerá un taller de astronomía, que es la pasión de los niños del barrio.

Pero la fuente de inspiración de los bancos del tiempo proviene de inicios del siglo XIX, cuando en Estados Unidos Josiah Warren, un anarquista que deseaba probar la idea de intercambiar trabajo por trabajo, eliminando cualquier tipo de ganancia al adquirir un bien, implantó en su tienda un sistema de trueque que operó exitosamente bajo este principio entre 1827 y 1830. Pero Warren lo abandonó para crear colonias donde aplicaría su fórmula, soñando que se extendiera como sistema económico.



Actualmente los bancos del tiempo funcionan de manera similar a un banco tradicional, con sucursales instaladas en los barrios y agentes. Cada usuario tiene una cuenta corriente en la que se van registrando las horas-favores que ha dado, gracias al depósito de cheques que le extiende la persona que pidió sus servicios. Cada individuo tiene su talonario de cheques para certificar que recibió un favor. Así los usuarios van acumulando un crédito para solicitar favores de otros. Los servicios se anuncian en un listado que manejan todos los clientes, con los datos para contactarse.



Internet se ha transformado en una herramienta muy eficaz para las transacciones. Y en la medida en que se extiende el sistema por el mundo, las redes se van ampliando y los intercambios de servicios se dan incluso entre ciudades y países. Asimismo, las modalidades de los bancos se diversifican: están las llamadas redes de tiempo, que ofrecen a su clientela créditos para que disfruten de actividades como obras de teatro, conciertos o cine, las que los usuarios pagan a posteriori comprometiendo la realización de un servicio (www.red-bdt.org). Y actualmente están en boga los bancos del tiempo para conciliar la vida laboral y familiar entre compañeros de un centro de trabajo. Una pequeña agencia de publicidad de la ciudad de Murcia, España, llamada Federal de Villacís, acaba de recibir un galardón a las mejores iniciativas de conciliación, concedido por el Ministerio del Trabajo de ese país, gracias a la puesta en marcha de un banco de este tipo dentro de la empresa: la iniciativa contempla un crédito de tiempo de cuatro horas libres para cada empleado, destinadas a ser ocupadas a discreción para resolver problemas personales, familiares e imprevistos como ir al médico o cuidar de un enfermo. Los trabajadores se comprometen a retribuir o recuperar ese tiempo.

En Chile...



Marisol Ancao destina un día del mes para ir a pagar las cuentas a los vecinos que no pueden hacerlo personalmente. Ese es su favor. A cambio ha pedido que una vecina le tiña el pelo, y que otra le haga unas cortinas.

Reparación de bicicletas, asesoría en alimentación, soldadura al arco, arreglo de muebles y puertas, disfraces para niños, conducir un vehículo en casos de emergencia, maquillaje para ocasiones especiales, toma de glicemia para diabéticos, podología, atender enfermos, repostería, garzón para un banquete, poner inyecciones, ir a solicitar hora para el médico a un consultorio, instalar cerámicas, coser. Todo esto y bastante más hay en la lista de favores y servicios del Banco del Tiempo de la villa Santa María de Peñalolén.



La experiencia, que cuenta con unos doscientos cuentacorrentistas, se está desarrollando en dos sucursales ubicadas en dos barrios distintos de esa comuna (Las Torres 3, además de la villa Santa María), y es pionera en Chile y Sudamérica. La idea partió de la ONG Cívica al conocer el ejemplo de los bancos de Estados Unidos y Europa. "Viajamos para informarnos y nos dimos cuenta de que era algo muy potente. Regresamos con la idea de hacerlo en Chile. Le planteamos el tema al alcalde de Peñalolén, Claudio Orrego, que se entusiasmó y nos apoyó. Partimos con él buscando barrios donde ubicar esto, hasta que logramos abrir a mediados de 2007 dos agencias", relata Mauricio Dorfmann, director de Cívica (www.civica.cl). El asunto va in crescendo y muchos consultan para tener en su barrio un banco del tiempo. Pronto se inaugurarán sucursales en Puente Alto, Peñalolén y Macul.



"En la superficie está la transacción de favores. Pero desde el punto de vista colectivo las ganancias son mayores", opina Dorfmann, haciendo hincapié en las dañadas redes sociales de Chile. Es que allí donde funciona la iniciativa, los efectos superan al trueque de servicios con creces. "Los vecinos se organizan para enfrentar al tráfico de drogas o la delincuencia, y el banco pasa a tener un rol secundario. Se estimula la participación, la organización, se derriban prejuicios y hasta se beneficia la amistad entre personas, pues de no ser por el banco serían perfectas desconocidas", sostiene.



A la luz de la realidad, tiene razón. "Al principio los vecinos encontraron que era gracioso tener una chequera sin plata, pero luego fueron entendiendo de qué se trataba y se fueron comprometiendo cada vez más, porque esto rompe con ese proceso de enrejarse y apartarse que está teniendo esta sociedad", cuenta Patricia Torres, quien comparte con Homero Sepúlveda el trabajo de administración de la sucursal de villa Santa María. "Rosita va donde Esther y le paga con estos cheques (muestra su colorida chequera) para que le retire a sus hijos del colegio algunos días. Esther viene a verme para que le haga una cortina. Yo voy donde otro vecino para que me arregle un mueble que tengo destartalado. Y él va donde Leticia para que le haga clases de química. Es una cadena que no termina y todo sin lucro".
El sistema es contagioso. A su lado están las hermanas Loreto y Paula Ramos, de un barrio vecino. Anuncian que están prontas a abrir en su sector una sucursal. "No se trata de cambiar gallinas por papas, sino de lo que tú puedes dar gracias a lo que otros pueden aportarte. Quisiéramos que esta red creciera, por ejemplo, al sector de Peñalolén, donde hay más recursos económicos, pues aquí tenemos la mano de obra y ellos tienen los conocimientos profesionales. Todos podemos obtener lo que requerimos sin dinero, promoviendo la confianza. No es nada superficial. Es una red poderosa, lenta pero segura".



Y cómo no. Patricia Torres relata que acaban de contactarse con la sucursal unos niños de Peñalolén Alto que ganaron una beca para viajar a Nueva Zelanda. Han solicitado del Banco del Tiempo servicios de clases de inglés, pero ella averiguó y nadie maneja bien el idioma. La sucursal ha iniciado contactos con otros sectores de Peñalolén, incluida una universidad, a ver si consiguen una transacción que pueda beneficiar a los pequeños. El Banco del Tiempo de la villa Santa María ofrecerá sus servicios a cambio de ese codiciado maestro de idiomas. Los niños, a su vez, ya se han comprometido a pagar con un favor para los vecinos de la villa.



Patricia no va a descansar hasta lograrlo. Las posibilidades se amplían: un grupo de madres del colegio Pumahue, al que acuden niños de sectores acomodados de la comuna, se ha contactado con la sucursal solicitando ayuda para una kermesse. Los vecinos les facilitarán un horno para calentar empanadas y han prestado su grupo de folclor, que se presentará en la fiesta estudiantil. "¿Cuánto nos va a costar todo esto?", consultan las madres. Patricia les contesta que no van a cobrar dinero. Las mujeres están extrañadas. "¿Por qué van a ayudarnos gratis?", interrogan. Patricia les adelanta cuál podría ser una buena forma de retribución: hallar al imprescindible profesor de inglés para los pequeños que viajan a Nueva Zelanda. Está segura del poder que tiene esta nueva economía del trueque.