Reconstruyamos Sobre Piedra y No Sobre Arena
A partir de los lamentables sucesos acaecidos a consecuencia del terremoto y maremoto, se plantea la necesidad de reconstruir Chile.
El desafío gigantesco que surge entonces es determinar en definitiva, cuales serán las prioridades y los acentos que se le dará a la monumental labor de reconstrucción.
Actualmente el trabajo está centrado en la emergencia; lo que implica satisfacer las necesidades básicas de las personas afectadas: abrigo, reestablecer servicios básicos, alimentación y viviendas de emergencias (carpas y mediaguas). Posteriormente, se pasará a una segunda etapa, que tendrá como finalidad dar soluciones habitacionales más definitivas, reconstruir infraestructura dañada, recuperar empleos perdidos, entre otros.
Finalmente, en una tercera etapa las personas y ciudades afectadas comenzarán a estabilizarse y funcionar con normalidad.
La tarea es enorme y por tanto los desafíos también. Mucho se ha hablado de las grandes sumas de dinero que se requerirán para llevar adelante la reconstrucción y de las vías de financiamiento, pero poco o casi nada se ha conversado acerca de la necesidad urgente de disponer en las zonas afectadas de ciudadanos organizados y empoderados, o sea, el factor humano. Se necesitan personas que sean capaces de organizarse activamente para solucionar los problemas que les afligen y que no serán resueltos – sin duda – por ningún voluntario externo, por buenas intenciones que este tenga.
El Estado y toda su institucionalidad harán su mejor esfuerzo, que duda cabe, pero sin ciudadanos atentos proactivos, asociados y controladores de sus autoridades, la reconstrucción será mucho más difícil.
Por tanto, la sociedad civil organizada es indispensable y trascendental, sin embargo, existen dos problemas fundamentales que deberán ser enfrentados con coraje, astucia e innovación.
El primer problema, dice relación con la falta de inversión real en capital social durante los últimos años en nuestro país, más allá del discurso políticamente correcto. Las organizaciones comunitarias de base o bien no existen en los barrios o se encuentran debilitadas y deslegitimadas o lo que es peor , capturadas por “líderes” que trabajan para sus propios intereses.
En segundo lugar, el modelo de desarrollo que adoptó Chile ha traído un sinnúmero de beneficios, pero también una serie de falencias y la más nefasta es precisamente el exacerbado individualismo y su consecuente aislamiento. Lo anterior, se puede resumir en que la comunidad ya no importa y cada cual resuelve sus problemas como puede.
En consecuencia, las preguntas que surgen son ¿de qué forma se puede trabajar para solucionar los problemas planteados? ¿existen soluciones inmediatas?. La respuesta es claramente NO ya que la participación y fortalecimiento de la sociedad civil es una labor a largo plazo. El capital social no nace de manera espontánea, por ende, debe ser parte importante de los objetivos de la reconstrucción, el trabajo en este sentido.
Si se quiere construir un Chile no sobre base de arena sino sobre piedra es necesario incorporar políticas públicas potentes orientadas a fortalecer el desarrollo y participación de la sociedad civil. Hoy más que nunca la oportunidad esta dada.
Sin una sociedad activa y comprometida con su destino y futuro, no hay futuro ni destino, al menos no uno propio.
MAURICIO DORFMAN